#INÉDITO Voy a compartir una selección importante de fragmentos de un relato llamado "Levántate y Anda", dedicado a todas las #MADRES. Esas increíbles #guerreras que amamos, con la que tenemos diferencias y nos emocionamos, y por las que daríamos todo, a las que le agradecemos todo en el mejor de los casos, se lo dedico a la guerrera que es mi madre, Ana Gimenez porque ha tenido que lidiar grandes batallas sola, con y por sus hijos, es mi Guerrera que tanto me inspiró este relato que estoy seguro que pensarán que es largo, pero si no conocen el poder de mi escritura les aseguro que cuando terminen los que puedan van a ir a darle un abrazo fuerte a su madre. Espero lo disfruten, Navidad es compartir, aquí les comparto un poco de lo mejor de mi, de mi Trilogía Bauticismo, porque es el momento de renacer...
LEVÁNTATE Y ANDA
Uno puede buscar la prosa perfecta, la lírica más cautivadora, el verso más profundo, describir con las palabras más intensas y dibujar con sentimentales sentencias… pero en la realidad la prosa se vuelve piedra, la lírica se vuelve tormento, el verso se hace insulto y las palabras y dibujos se vuelven ofensas, solo de pensar que ya no lo vería sonreír o enojarse cada vez que ella se pondría tan sobreprotectora. Para siempre es demasiado tiempo.
Con una incontrolable angustia el dolor recorría el torrente sanguíneo. El miedo, por su lado, parecía competir por cubrir todas las sendas rojas de su cuerpo. Cuando cerraba sus ojos caía en la profundidad del páramo de las pesadillas. Allí, parecía correr desesperadamente para llegar hacia la gruta que resguarda el antídoto. Batallando en cada legua contra demonios que le provocaban caídas y lastimaduras. Pero la guerrera no se detenía, de momento de su espalda brotaban alas y planeaba. Sobre un precipicio hacia la entrada rocosa. En su pesadilla parecía existir una sola idea: conseguir la cura que procuraría salvar la vida de su hijo. El cielo comenzaba a rugir, todo se alejaba, caía a pedazos y una lluvia intensa envolvía sus alas en plomo. Demasiada agua la cegaba y la ahogaba. Se veía como intentando subir una cascada contracorriente. Se desesperaba y perdía altura sin control…
Aquella tarde, casi al anochecer, los sistemas de alarma continuaban su estremecedora melodía, pero por fortuna indicaban signos vitales. La madre sujetaba aquella joven mano. Se perdía en los recuerdos maravillosos que compartía con su hijo. La fe menguaba, los informes médicos todos los días anunciaban el fin cercano. La energía se volvía nula. Eran demasiados meses así, sufriendo.
Desde los dos lugares todo era un padecimiento. El paciente era sometido a los continuos tratamientos que parecían dolorosas prácticas; y los familiares siendo testigos de ello, mientras la fe está intacta pero la esperanza es cada vez menor. (…)
Desde los dos lugares todo era un padecimiento. El paciente era sometido a los continuos tratamientos que parecían dolorosas prácticas; y los familiares siendo testigos de ello, mientras la fe está intacta pero la esperanza es cada vez menor. (…)
(…) Era cuestión de tiempo. Pensaba que con el andar de las manecillas iría mejorando. Aunque su madre, todos los días, parecía morirse un poco más.
La luna plateada se tiñó. Así que antes de esconderse se volvió de sangre. La tormenta capturó su entorno y todo se volvió gris. La angustia se hizo carne y la casa se pintó de negro. El dolor quiso transfigurarse cuchilla y con la herida originar un cenagal borgoña, pero el tambor giró certero y el percutor fue llevado hacia atrás.
… La madre guerrera, recordando su misión, yacía tirada en una cornisa de rocas. Desde la ladera observaba la entrada a la gruta mágica. Allí, de pie en medio de la brutal densa llovizna se imaginaba a su hijo. Tenía que llegar al antídoto, pero las alas parecían acunar una carga de piedra. Intentaban desplegarse pero no era posible. Y una madre es un ser maravilloso. Así que envuelta en su desesperación le gritó a su hijo que no se mueva y que la esperara. Con las rodillas sangrando y golpes por todo el cuerpo tomó aire. Resbaló. Cayó al agua, luchaba contra la corriente. La fuerza del agua era bestial. No se rindió. Pensaba en su hijo. Nadó con desesperación hacia un tronco que flotaba en el cuerpo acuoso. Con éste logró alcanzar la costa. En su espalda la carga se volvió insoportable. Pasó las manos por los ojos y con la pequeña espada, mordiendo sus labios, empezó a cortar las pesadas alas. Más que gritar lloraba. Era tan fuerte el amor que entregó lo que la hacía especial. Ahora, estaba más liviana. Escalaba con tenacidad, pero resbalando y rasgando las prendas y su propia piel. (…)
“¡Mamá!” fue el grito que se repetía en cada zancada. Entró como ráfaga. Algo le comprimía la respiración, pero no las lágrimas que brotaban en medio del susto. Primero perdió a su padre, luego a su hermano. Ahora su madre era todo lo que tenía en el mundo.
Allí la encontró, con un brazo rodeando un portaretrato. Miró el revolver en el suelo, su mano extendida. Se apoyó contra la pared junto a la puerta y tomó aire. Luego corrió a abrazarla, los ojos le dolieron unos segundos mientras contenía ese conocido llanto de criatura. En un grito apretado abrió su corazón rogando y exclamando una utopía “No me dejes nunca mamá… por favor no me dejes nunca”.
Allí la encontró, con un brazo rodeando un portaretrato. Miró el revolver en el suelo, su mano extendida. Se apoyó contra la pared junto a la puerta y tomó aire. Luego corrió a abrazarla, los ojos le dolieron unos segundos mientras contenía ese conocido llanto de criatura. En un grito apretado abrió su corazón rogando y exclamando una utopía “No me dejes nunca mamá… por favor no me dejes nunca”.
(selecciones de fragmentos del relato “Levántate y nada” del apartado “Los Pecados” en el Libro “Bauticismo. Es el momento de renacer. Leonel Alvarez Escobar. ® 2016. Dunken. Bs. As. ) Foto de ilustración: Guerrera de https://es.pinterest.com/pin/296674694183449587/underpermission.
Puden compartir. Abrazo y #Buenavida Luchadores!!
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