Este es un pequeño espacio en donde compartiré reseñas de libros (interés personal, regalo o recomendación). Espacio personal para catarsis, sinceridad literaria y creaturidad al mejor estilo "Bauticista". Entrevistas e infos. Estoy motivado a leer autores autopublicados. He leído muchos libros, mi intención es comentarlos para difundir el arte de mis colegas. El sitio implementa cookies y publicidad. No se olviden un clic en #Seguir para conectarnos sin pausa. #Buenavida
miércoles, 4 de diciembre de 2024
Reseña Literaria "El secreto del Arroyo" de Lucrecia Freyre
sábado, 30 de noviembre de 2024
Presentación del Libro Digital "Palabras y Pinceladas de Río"
“(…) De repente una fuerte brisa hace volar lejos mi gorra, cuando voy por ella tropiezo con una chica, en su remera tenía un personaje de animé que tanto me gustaba y en su mano uno de los mangas que siempre leo. Tal vez no siempre deba estar solo.” (Brian Miranda)
“(…) Tengo que concentrarme en el camino o no
llegaré vivo a casa. No quiero tener una deuda con la vida, ya es suficiente la
que tengo con la muerte” (Enzo Aguirre)
“(…) solo brotan dejando en crudo la
voracidad de las Letras carcomiendo mi sentir, para darme fuerza, escribirlas y
dejar un legado. Me refugié y dejé mi corazón para que lo lean” (Lucrecia
Tarragona)
Pescado asado con
vino
comiendo frente
al río me encuentro
saboreando el
maná isleño
aquel que
alegrará mis recuerdos.”
(Dorian Durán)
¡Mis saludos Luchadores!
Leonel Alvarez Escobar.
viernes, 20 de septiembre de 2024
Adrián Escudero | Mi madre decía
Estimados lectores, comparto con esta nueva entrada/publicación en mi Blog "Tintagrama Literario", el texto "Mi madre decía" del escritor santafesino Adrián N. Escudero.
Un texto que utiliza lenguaje coloquial al mismo tiempo que deja en evidencia el destacable oficio de escritor.
Sin dudas Escudero es un maravilloso artífice literario, que sorprende con la versatilidad, con la capacidad de poner voces de distintos sectores sociales, con historias siempre profundas y con mensajes que, cristalizando la cultura, nos interpelan, o nos movilizan más allá de una intención comunicadora o creadora, haciendo uso de un exquisito vocabulario.
Un texto visual y con una gran carga de compromiso/conciencia social y/o espiritual.
Espero lo disfruten, a mi me conmocionó.
Considero admirable toda la obra literaria de Adrian Escudero.
Saludos cordiales a todos.
Leonel Alvarez Escobar
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En palabras de su autor:
MI MADRE DECÍA (Una de gigantes) (1)
MENCIÓN ESPECIAL 79º CONCURSO INTERNACIONAL DE POESÍA Y NARRATIVA - Marzo 2023. ANTOLOGADO EN LIBRO "CAMINO DE PALABRAS", págs, 185/188 - Editorial "INSTITUTO CULTURAL LATINOAMERICANO" (Junín, Provincia de Buenos Aires, Argentina - Abril 2023):
___________
A la Lucha.
En especial, a los que, como mi madre, Zulema Angélica, lucharon por la vida para la Vida, y nos enseñaron y ayudaron a vivirla en plenitud de amor y servicio a Dios, al prójimo y a la Naturaleza.. In memoriam.
Y honrando con devoción al Mes de OCTUBRE en Argentina, como MES DE LA FAMILIA; y en su tercer domingo, al DÍA DE LA MADRE...
Era éste un mundo extraño. De gigantes.
Y no me cansaba describirlo.
Mi madre decía que yo era un chico inteligente. Muy inteligente. Y sufría al decirlo. Sus razones eran humanas y dolorosas al justificarse: que yo era el mayor de todos mis hermanos y, además, el hombre de la casa. No había más remedio, pues, que salir a vender. Y ella sufría y revolvía mis cabellos al darme la bolsa, diciéndome: Carlitos, sos un chico inteligente, muy inteligente, pero no puedo, no tengo otra salida...
Y retorcía su rostro y se descomponía anudada por esa tos aciaga que la quebraba en dos, como a esas cañas salvajes que yo veía desmayarse a la vera del río Salado, sacudidas por el vaivén costero del viento desbandado en el húmedo y ceniciento calor de enero. Viento roto y ríspido. Punzante y polvoriento. Plumero sonso y eficiente del puente del ferrocarril que acortaba distancia por el bajío del valle de inundación con que, Santa Fe y Santo Tomé, mis ciudades de sábalos barreros, chijíes amarillos y gorriones tostados, se hacían amigas...
Un mundo extraño, éste. De gigantes.
Como aquella fantástica mole maciza de hierro y humo leñero, que patinaba por el puente largo y crujiente. Estrepitoso y ronco. “Don; ¡tire dié...!”, gritaba yo. “¡Tire dié...!”. Y una lluvia de centavos brillantes me dejaba feliz y hundido hasta las rodillas en el lodazal de aquel Valle de los Pobres...
Ah, pero también muchas veces lo había hecho. Eso de tenderme panza arriba y mirar el cielo, y mirarlo. Mirarlo. Con el susurro de un pensamiento exhalado por mi alma errante, arrobada por aquella inmensidad sin límites de espacio o tiempo. Para despojarlo, si la ocasión lo aprobaba, de aquellas coronas de nubes glotonas que yo deshojaba -como a pétalos de cualquier flor (porque todas son hermosas)- para vestirlas luego de ángeles buenos y serviciales…
La bolsa a un lado.
Terminaba siempre riendo. Crecer y amodorrarme hasta fundirme en la tenue marea azul de lo Alto era…, un sublime placer. Trepado a ella, yo también era un gigante.
Pero ahora estaba bajo el árbol. Y fue como una escalera.
Comencé a crecer desde sus raíces y me precipité, enhiesto y corpóreo, hacia el océano espacial. No sé dónde dejé los ojos; pero, por algún lado, yo miraba. Miraba el cielo. Mi cielo.
Fue increíble derramarme en cada rama. Y penetrarlo con brazadas seguras y firmes, con mis brazos nuevos, de gigante estrenado... En silencio, con todos los sonidos de mis tristezas y angustias difuminadas por el eco pacífico de aquellas verdiamarillas olas mansas.
“¡Vago! ¡Vago!”, me gritó de pronto. Entonces, desperté.
“Vago de m...!”, repitió.
Claro, aquel torpe vecino de cuadra jamás comprendería... Jamás entendería el secreto hablado y habido en la flor de los duraznos, ni la impecable destreza de un primaveral colibrí en celo. Tampoco el valor de los diamantes cristalinos que titilaban en mi cielo...
Corrí entonces hasta el barrio de casitas blancas contiguo a la villa. Tenía que vender. Por suerte, la bolsa seguía a mi lado.
Allí también habitaban los gigantes. Como cercando a ese, mi cielo, a mi rancho frágil y a mis cañas salvajes; a mi viento portentoso, a mis trenes fogosos y puentes de acero burilado; y a aquel árbol centenario y bueno que... (Más joven, claro, que el Algarrobo Abuelo de Antonio Agüero, mi después Poeta de las Cosas Simples y Valederas. Sanluiseño, él. Más argentino que yo, sin duda, a pesar de sus ancestros españoles... Los míos; bien criollos. “Hijo, que hay negrura que no es barro; que a esa no te la puedo sacar... Somos de raza, ¿sabés?”. ¡Qué iba a saber!).
Solo que allí crecían en fila. Hablo del Barrio. De aquel Barrio… Ordenadas las casas, ordenados los árboles, ordenadas las veredas, ordenadas las calles (aún más gigantes que mis zanjas de aguas rústicas y putrefactas), ordenados los autos…
Golpeé la puerta.
Tuve un susto cuando su porte lustrado desperezó un ojo metálico y vivaz. Un chispazo de terror apenas.
Luego, sentí como un agitado trotar tras los muros de la casa. Y un grito agudo. Un grito de semilla de gigantes. Un grito de aquellos críos que, cuando crecen, vuelven a poblar a este mundo de gigantes...
“¡Mamá!” –pude escuchar claramente. “Es uno de esos chicos pobres que venden cosas”. “¿Y qué vende, hijo?” “No sé. Pero tiene una bolsa”. “Bueno, ya voy... Decile que espere un poco; que ya voy...”.
Y fue así como, entre el espanto y la audacia, pude ofrecerle lo que llevaba. Era una amable señora la que atendió. Una gigante hembra y de lo más extraña; porque todo lo que hay en este planeta me parece extraño. Vivo en un planeta extraño.
Es que lo que ella notaba sería fácil de describir (y no me canso de hacerlo desde aquella vez). Pero claro que, para mí, fue más difícil imaginarme como ella me veía: negro como soy y colorado como un tomate.
Sí, me observó de cabo a rabo (una expresión que tomo, lo confieso, de mi tío, el intelectual de la familia). Así como yo miraba al cielo, así me miró.
Hasta que una mueca extraña, como extraño el planeta, le curvó los labios rojos, rojos, recién pintados quizás y semiocultos aún por la ceniza volátil del cigarrillo que hormigueaba entre sus dedos finos, nerviosos y enmantecados.
No compró nada. Dijo que eran caros. Y que mis padres no sé qué.
Yo tomé la bolsa y me fui.
Detrás de ella, el crío sacó –de entre los dientes- una lengua llena de dulce de leche, y se burló.
No entendí nada. Como no entendía al inmundo (perdón: torpe) vecino, de mi cuadra villera, que me decía… “vago”.
De todas formas, aquel mundo era para mí un mundo extraño. De objetos y seres gigantes que no podía comprender ni alcanzar. Excepto con mi voz, o con mi mente, si prefieren...
El sol terminaría aquel día (como todos los días), hundiéndose entre las cortinas verdinegras de las quintas aledañas, y yo comenzaría de nuevo a mirar el cielo (mi cielo), ahora estrellado y entramado por inciertas ecuaciones de vida. Y sabría cuánto y de qué modo había navegado mi planeta hacia Dios. De algún pequeño inmigrante (gigante bueno) -primo marinero- lo había aprendido (Aunque, ¿saben? No sería de él sino de mi madre de quien heredaría el mejor de los tesoros: la fe en Dios -donde estaba papá-. Creo que eso, finalmente, me salvó. Estoy seguro).
Aquella noche hubo sopa de arroz. La luna prestó la luz que nuestros viejos candiles no pudieron dar (porque el almacén de la esquina ya no fía más velas).
Lo cierto es que, entre sueños, volví a escuchar.
Mi madre decía que yo era un chico inteligente. Muy inteligente. Y sufría al decirlo.
Quizás por la manera de referirle yo todas estas cosas. En la sobremesa. O en su regazo, más tarde. Nunca lo sabré.
Pero eso sí; quizás mi madre tenga razón y sea yo un chico inteligente. Cuando cumpla seis años y vaya al colegio, dejaré de vender limones, y escribiré un libro...
Seré un gigante.-
ooo
(1) ADRIÁN N. ESCUDERO - Santa Fe (Argentina), 1986. T.a.: 26-04-2006 y 18-09-2020.
Su versión original integró la primera edición del Libro “Breve Sinfonía y Otros Cuentos” (Colección de Realismo Mágico). Ediciones Colmegna S.A. Santa Fe (Argentina), Marzo de 1990, págs. 41/44.
Integra el Libro Antología “XI Edición Certamen Todos Somos Diferentes”. Ediciones Asamblea Juvenil de Derechos Civiles. Madrid (España. Setiembre 2006. Galardonado con el Diploma de AUCPAZ – UNIÓN DE CULTURAS POR LA PAZ (Cuentos y Poesías para Niños de América Latina) - Grupo “Un millón de versos por la Paz” – Libro Antología “Luces por la Paz” - En solidaridad con los niños refugiados y víctimas de guerra): a beneficio de la UNRWA Spain (Agencia de Naciones Unidas para ayuda al Refugiado: del 25 de Agosto al 30 de Setiembre 2014 – Homenaje al “Día Mundial de la Paz” (21 de Setiembre 2014). Publicado en Magazin2s Gráficos y Virtuales y Grupos Literarios Facebook.-
#autoressantafesinos #comparte
jueves, 14 de marzo de 2024
Reseña Literaria "Azul de otoño" de Zunilda Gaite
"AZUL DE OTOÑO" de Zunilda Gaite
Reseña Literaria 01/2024
Azul de otoño. Autora: Zunilda Gaite. Ilustrado por Arnoldo Gaite – 1era. Ed. - Santa Fe: E-MIGRACION-ES Z.G., 2011. 88 páginas, tapa flexible, 21x15cm. ISBN 9789872396121 1. Poesía Argentina. I Gaite, Arnoldo, Ilus. II. Título CDD A861. Diseño gráfico Ludovico Pieroni Gaite.
Atardece
-sigilosamente-
sobre la filigrana de los sueños.
Delicada urdimbre de sol y luna.
En los pliegues de marzo
atardece/
entre sus randas de hierbas,
perfumes y sonidos.
Sortilegios arcanos.
Ancestral designio.
Por el exilio del viento
rozando el infinito,
bajo
un cielo
AZUL DE OTOÑO,
con la complicidad del silencio
-secretamente-
atardece.
En primer instancia no puedo evitar mencionar el exquisito apartado “Puerta de luz”, que a modo de prólogo o palabras preliminares invita a los lectores a transitar una profunda experiencia de lectura. Sin dudas la escritora Prof. Liana Friedrich, con su estilo y pasión esboza, como reseña literaria, sobre diferentes puntos de análisis la obra “Azul de otoño” de Zunilda Gaite.
Concuerdo con Friedrich que “en ´AZUL DE OTOÑO´ se produce una notable conjunción entre la poesía humanizada (de tono personal, arraigada en el sentimiento y lo emocional) con la poesía pura (donde prima el ingenio, el artificio y lo lúdico), porque Zunilda trasgrede las fronteras entre ambas márgenes para encontrar su propio estilo” (“Azul de otoño”, pág. 7).
En ese estilo “gaitesco” se conjugan características estéticas de la autora que iré observando con esta reseña.
En el inicio (post prólogo) nos encontramos un interludio con palabras de Rubén Vela, que determina poéticamente características de ese “yo lírico”, de ese enunciador, mediante versos, de cavilaciones y sentimientos: “He aquí su palabra. Su salvaje alegría. Su porfiada esperanza.”
A medida que se avanza, en la travesía propuesta, el lector podrá identificar huellas en las páginas que pueden interpretarse como un guía del autor. Entre ellas el léxico, el vocabulario, el aspecto gráfico, e incluso el uso de adverbios terminados en “mente” pueden ser una marca enfática de modo como también una de esas pistas que rinden cuenta de un corpus literario al estilo de su autora.
El poemario se estructura en tres (3) capitulos nominados que se inician con un “Umbral” con el poema “Atardece/AZUL DE OTOÑO”. Comenzar por este portico no es más que dar visibilidad a un ocaso inevitable. Y es ese momento del día que se entrelaza con el concepto de “otoño de la vida”, que se irá presentando a medida se avanza en la lectura.
CAPITULO I “Nace el Asombro” (reúne treina (30) poemas).
Comienza con el poema “AMOR” que desde mi percepción se hace reminiscencia en clave al amor maternal, a ese amor gestado en un vientre materno y al milagro de la vida. En “ELLA” se hace referencia a quien escapa o es libre a través del lenguaje poético. “DESIGNIOS” pareciese recordar las palabras de Rubén Vela “porfiada esperanza”. En “GOTAS” nuevamente la nostalgia de una infancia entrañable queda pintada con agua y naturaleza en el poema. Con “LEVEDAD” siempre enigmático, como en acertijo, pareciese referirse a la luna, a la llegada de la noche y con ella una presencia amorosa, un delicado poema sobre recuerdos de intimidad (“Sutil presencia”, “Sutil deseo”). “FILIGRANAS DE PAPEL”, “ANGELES” nuevamente vuelven a mencionar el tema de la huella o de la permanencia (los hechos o las personas dejen marcas) y con “UNA LUNA BLANCA”, “SUTIL” se retoma a pintar el dolor de una ausencia, o incluso las ilusiones, las esperas (soñar es sin dudas una espera).
Este emotivo capítulo actualiza noches, lunas particulares, geografía, vegetación o follaje, lágrimas o lluvias, brisas o vientos, pero todo con perfume o fragancia a un inolvidable tiempo, hechos o amores.
El color de este capítulo lo describe el poema “FILIGRANAS DE PAPEL”:
“Delicado
sepia.
En abril.”
CAPITULO II “CRECE UNA LÁGRIMA” (refugia veintiún (21) poemas)
Sin dudas es el capítulo signado preponderantemente por el elemento agua, desde las referencias visuales y sensoriales respecto de la lluvia, las lágrimas, la sed, hasta la sequía. La luna siempre presente, quizá porque controla las mareas... quizás porque en la noche es la luz tenue, clara y que no enceguece como el alba, que también se menciona. Desde lo visual se pueden percibir saltos de agua, cascadas o caídas dibujadas con caligramas como en “CERCANÍA”:
Respiro
presencia, ausencia y olvido.
Deambulo
por los laberintos del alma.
Busco
aquella melodía
en la intersección de los caminos.
El aroma del café,
nuestros perfumes,
los azules y los grises.
Busco
que tropiece el miedo,
que
c
a
i
g
a
por la puerta sin cerrojos
del abismo,
que perdure el pulso
y sea verdad
esta supuesta CERCANÍA.
En “CERCANIA” nuevamente se enuncia un “yo lírico” reconociendo la entidad de un otro que está ausente, pero que se mantiene presente y se extraña...
Sin dudas la referencia emotiva por un lugar especial en la niñez, por el sentimiento de lo que bien puede constituir el terruño o el lugar en el mundo del enunciante estan presentes en el capítulo incluso en el rocío, en la tierra, el follaje o en el modo de percibir ese universo (según citan los versos). En el vacío, en la nostalgia que se describe y puede observarse, siempre reluce la mirada esperanzadora... por volver a ese universo (sea lo que cada uno considere que es) y mantenerlo vivo como en un presente, así sea por la memoria, la tinta o estas palabras.
CAPITULO III “DECLINA EL MURMULLO” (congrega doce (12) poemas)
El poema que nos recibe en este capítulo es “AZUL”, y enlaza el azul, el lenguaje, el otoño, y lo oculto... desde mis pupilas no puedo dejar de anclar el título “murmullo” al universo literario de esta obra. Pongo en comunión el murmullo con lo secreto, lo no dicho o lo callado. Es como si en este viaje profundo a los “LABERINTOS” del alma del enunciador se descubren pistas pero aún así los acertijos están estructurados para que las preguntas se puedan responder con la vivencia propia de cada lector, que en definitiva es lo que todo poeta consigue cuando no es literal, cuando colma estrofas con preciosas o enigmáticas metáforas.
Uno puede ser un árbol, que comienza a desojar, o transfigurarse en la última hoja seca del árbol de la vida que somos.
En este capítulo sin dudas se comienza el trayecto final hacia el ocaso, después de haber generado espacios para experimentar añoranza y remembrar los pasajes y las personas de la vida hecha, pero pido se me permita poder interpretar que mediante la poética preciados secretos o sentimientos se cristalizan mientras se va avanzando hacia la conclusión despues de reflexionar o mirar desde la distancia entrañables hechos suscitados. Incluso como una intención de inmortalizarlos, que no mueran en un abismo, en un vacío.
Una sonrisa
juega
sobre las huellas
de la memoria.
Desaloja
ideas.
Arroja
preguntas
sin retórica.
Y encuentra /
la manera
sensible
de medirnos /
por las lágrimas
que derramamos
ANTES /
de enfrentar la muerte.
Sin dudas en esta obra de Gaite hay profundas declaraciones que nos permiten identificar un momento en particular, un estadio presente sumamente importante en lo que respecta a revelaciones existenciales, lo observamos en “NAUFRAGIO” y 3en “PERMANEZCO.
¿Hasta cuándo?
Sé que soy
como una hoja
de otoño
en inexorable
caída
hacia el estanque
para un próximo
NAUFRAGIO.
Último instante.
Nadie aguarda mi llegada
ni me espera
por el perfil de los cerros,
en la memoria del viento
desatado y fresco,
dejándome
habitar
entre mistoles
a la vera de mi pueblo.
Nadie aguarda mi llegada
ni me encuentra
en el silencio de la arena/
en los fugaces castillos de la infancia/
desvaídas sus huellas.
Mi corazón se cubre de cenizas.
Soy apenas polvo en la tormenta.
Sobre el pulso de la vida
PERMANEZCO /
en las nervaduras marfiles
de las madreselvas.
Increíblemente profundo y resolutorio, con “PERMANEZCO” no se habla más que de la perpetuidad, de todo eso vivido, y de volver a ser polvo (con una lectura bíblica), pero con la descripción detallista de una vida en la eternidad, reencarnando en la naturaleza. Vivir eternamente en las hojas es propio de un escritor, sin dudas el “yo lírico” lo enuncia con un juego de palabras, lo declara y lo deja expreso en los versos poéticos.
Como pre-cierre, si se me permite decirlo así y de la mano de la Triología: “Lunas de Abril”; “Tiempo de Almendras” y “Azul de Otoño”, encontramos “MIGRACIÓN”, que pareciese un pasaje o portal a la infinitud, por la forma espiralada abierta del poema (caligrama).
En el final (o principio de este viaje cíclico) encontramos el poema “AZUL DE OTOÑO” en la contraportada, con un mensaje profundo e invitación expresa a la lectura de este universo nostálgico, melancólico y de huella fuerte en una vida.
Cada etapa de la vida puede ser como una estación, incluso cada experiencia puede atrapar el verano, la primavera o el invierno...
Una vez cerrado el parlamento [como los círculos o las circunsferencias lunares diseminadas por toda trilogía] se resguardan en las páginas los recuerdos, los sentimientos, las lunas...
...lo que parecen secretos enjaulados en el alma son finalmente liberados como una familia de gaviotas que se lanzan hacia un horizonte -azul- que se recorta en el agua de un otoño eterno.
Placer leer la trilogía, y con deseos de releerla en cualquier momento.
ESTRELLAS: 5/5
¡Buena vida Luchadores!
Links:
“Para Leonel Álvarez Escobar, este modo de encontrar un cielo azul en el otoño de la vida manteniendo viva la esperanza” (Zunilda Gaite, 8/06/2017. Sta. Fe)
"Muchas gracias, Leonel. Generosa apreciación a través de una mirada sensible, atenta, perspicaz y decididamente comprometida." [ZUNILDA GAITE, post lectura de la reseña. 15/03/2024. Santa Fe] 🌸