Este capítulo envuelve a Belén,
una chica como cualquier otra, una joven de casi veinte, o quizás sí, veinte
años, da igual. Puede que vivía a la vuelta de tu casa, y vos ni sabés que vive
allí, que puede o no estudiar, y que a pesar de sus características tan corrientes
o comunes con otras jóvenes de su edad, se enamoró, o eso pensó cuando comenzó
su capricho, de una de sus amigas, y esto es lo que quizá puede hacerla
protagonista de esta historia.
Esta amiga, de nombre Mercedes, y
que muchos llamaban Meche, también con esos rasgos comunes, respecto a sus
actividades sociales, logró dejar nacer dentro de su alma, un amor especial
para con Belén, y creyó que estarían juntas para siempre, que nada osaría en
matar ese amor que se profesaban, o que comenzaron a experimentar a los quince
años, en medio del Litoral santafesino.
Pero claro ese amor, no es tan
común, y sí amar es difícil, uno debe imaginarse que estar en el lugar de Meche
y Belén, no sería nada fácil, y de alguna manera tendría un esperado final o
tal vez no.
Esa noche de 15 de Abril, Belén
recibiría la última carta de Meche, en cuyas líneas estaba escrito el final de
la historia, o el principio…
La carta textualmente decía:
«Belén:
Quién iba a pensar que ya han
pasado 5 años de esa noche. Todo comenzó como un juego, aunque ambos, nos
amábamos profundamente, han pasado tantas cosas, conocimos tantas, pero tantas
cosas juntas, como el… amor, la tristeza, la pasión, la decepción, la sinceridad,
las mentiras, los llantos, las alegrías, y tantas otra sensaciones, hoy si me
dijeran ¿Qué pedirías? Contestaría volver a esa noche… cuando con miedo me
besaste, cuando tu pelo largo me molestaba al besarte.
Un día como hoy, yo llegaba a tu
casa , y estabas escuchando un tema musical que te gustaba tanto, estabas con
ese… el minicomponente “chiquito”… estabas sentada, con una tía, su hija, y tu
mamá, después que llegué, miramos la novela (a la noche sería), no importa el
nombre, “ésa” que se transmitía por un canal extranjero (de México creo),
después a las diez, me acuerdo bien, estábamos viendo por el canal local, un
recital romántico, de ese artista que te gusta tanto, como será que me amabas
que… que dejaste que lo miremos juntas. Yo te tenía entre mis brazos, mientras
él cantaba “amaneció otra vez, entre tus brazos…”, supuestamente ni te ibas a
imaginar, que después de las doce, todo iba a ocurrir: nuestras confesiones,
nuestros secretos, y mucho menos que “esa” noche nos íbamos a dar nuestro
primer beso de Amor… ¡Guacha de miércoles!, yo te decía dame un beso en la
boca, y vos me decías…ja ja ja…. “¡Pero “La Boca” queda en Buenos Aires!”.-
Porque todo cambió negra, yo te
amaba de verdad, yo era feliz, cuando los fines de semana iba a verte, era
feliz cuando salíamos temprano de la escuela, y… luego íbamos a tomar mate a
casa, yo, yo tenía ojos para vos, podrían pasar miles de personas al lado mío,
que vos seguías siendo mi Vida. Yo amaba “la Belén”, que solo al abrazarme, me
hacía sentir que… que estaba protegida de verdad, después…
Cambio todo, era un mundo de
confusiones, era un mundo de llantos, de alcohol, y ahora… de tabaco.
Como te darás cuenta… significas
mucho en mi Vida, CINCO AÑOS… es media DÉCADA a tu LADO, por si te darás
cuenta.
Me hiciste sufrir guachita, pero
todavía me haces LLORAR… estoy escribiendo esta cartita, y se me… caen las
lágrimas, porque esa noche… 15 de ABRIL de 1991; SENTÍ que Amaba y que me
Amaban…
No te olvides! De los temas
musicales que nos gustaban, de esos que compartimos y escúchame reina… no me
pidas que deje de amarte, okay.
Espero que… no me olvides, porque
en serio yo te llevo en mi corazón, negrita hermosa, porque me enseñaste lo que
era amistad, porque a tu lado conocí el Amor, y porque supe que cuando uno ama
de VERDAD, Sufre.
¡Hasta siempre!»
Pero no entenderías porque es tan
fuerte, si de sentimientos hablamos, el contenido de la conocida carta, si no
nos remontamos al comienzo de todo.
Ambas cursaban el secundario, y
luego de algunos meses, algunos bastantes, sin tener conversación, la
oportunidad de ser amigas nació, como una enamorada del sol se abre al minino
rayo de luz, que se emana desde el firmamento, y se derrama sobre esta flor.
El tiempo transcurría, y la
amistad se hacía cada vez más y más fuerte. Compartían gratos momentos juntas,
pero aun así, todavía no era tiempo, para que ese sentimiento especial,
comenzara a estremecerles el ser, comenzara a hacerles sentir una revolución en
sus mentes, o simplemente hacerles sentir como millones de mariposas
revoloteaban en sus estómagos, cada vez que estaban una frente a la otra.
Pero no faltó mucho tiempo…
Cierto día, una sutil caricia de
Belén, comenzó a intimidar a Meche. Así entonces, los días posteriores,
hicieron que la joven Mercedes Baluarte, comenzara a percatarse que los roces,
de las delicadas palmas de Belén Herrazabal, le producían algún tipo de extraña
sensación. Al principio no se dejó perturbar demasiado.
El tiempo no perdía su senda,
entonces proseguía su andar. De modo que la relación comenzó a encauzar
sensaciones, emociones y sentimientos que aún no había experimentado.
Todo el comienzo quedó marcado en
rojo, en sus calendarios mentales, fue esa noche del quince de abril, como
explicaba la carta, esa radiante y romántica noche, en la que sellaron su
sentir, con dulces y apasionados besos y miles de tiernos abrazos. Ese fue el
comienzo.
Las manecillas del tiempo, las
unió más, y el sentimiento pasó a madurar en cada paso, que juntas realizaron.
Era difícil mantener la relación.
Debían cuidarse de no hacer obvio su amor. Era duro contener sus ganas de abrazarse,
pero nadie podía enterarse de su prohibido y intenso romance.
Meche solía llegar en horas
demasiado tardes para visita, a casa de Belén. Tocaba su ventana, y llamaba
susurrando el nombre “Belén… Belén…”, y luego de un par de intentos, la joven
Herrazabal abría lentamente la ventana.
Cuando ya se lograban saludar, se
abrazaban, se besaban con real pasión. Cualquiera juraría que iba a ser un amor
eterno, un dulce amor para siempre, y en sus mentes lo es.
Era el amor, y la guerra contra
la sociedad, o mejor expresado contra mantener ese secreto tan hermoso.
Los problemas por lo general se
producían, cuando las amigas de Meche le reprochaban que estaba demasiado
tiempo con Belén, y que debía también compartir cosas con ellas. Era lógico
esos celos de parte de las amigas, pero no eran tan fuertes como el amor que
entre Belén y Meche crecía constantemente.
Belén alejó a su pareja de sus
amistades, pero Mercedes no se percató de ello, solamente pudo darse cuenta
cuando sus demás amigas estaban demasiado lejos.
Hubo un tiempo, en que ciertas
discusiones terminaban casi siempre dando fin a su relación.
Entonces Meche que sufría al
saber que perdía al ser que más amaba, se volcaba al camino de beber alcohol
sin medirse. Así terminaba, casi ebria en las reuniones con amigas, y lloraba
por Belén. Las demás no entendían, la razón de que le afectara tanto, y lo que
era lógico, ellas ignoraban que un profundo y sincero romance las unía fuertemente.
Al fin un día cuando una de sus
amigas, llamada Cari-na Gómez, le planteó que estaba mal que dejara de lado a
sus amigas por Belén, y sobre eso sufrir por ella, Meche le confesó que amaba a
la joven Herrazabal.
Carina quedó un poco sorprendida,
aunque realmente sabía que algo serio mantenía a sus dos amigas, en ese vínculo
tan cerrado, y propio de ellas.
Meche padecía fuertemente los
celos, y le lastimaba saber cosas, que le contaban de Belén, como un episodio
en el cual le confiaron que la joven Herrazabal había tenido una historia con
un joven. Esto terminaba por derrumbar a Mercedes, y la hacía beber sin
controlarse.
La muchacha Gómez, dejó de hablar
a Belén, le parecía hipócrita ilusionar a Meche con amor, caricias, miles de
ilusiones, y a la vez lastimar tanto a su mejor amiga.
Así, todas las amigas en común se
alejaron de Belén. Por su lado Meche se resignaba, regresaba a pesar de las
heridas, junto a su amada Belén. Porque junto a ella era simplemente la chica
más feliz sobre la faz de la Tierra.
Era un amor, en el cual el
espacio que compartían se volvía un campo de guerra, en donde las bélicas
palabras, avasallaban los sentimientos, y los hacían estallar en miles de
pedazos, desparramados en las almas de las jóvenes amantes, más aún en
Mercedes, que estaba dispuesta a pelear con todas sus fuerzas, por retener a su
lado a Belén, quien era más obstinada, orgullosa, y a esa altura, ya casi cinco
años, no le importaba tanto el amor de Mercedes.
Meche seguiría sufriendo. Y Belén
comenzaba a buscar e amor que le podría ofrecer un ser de distinto sexo al
suyo.
En el camino de Meche apareció
entonces Alejandro Fernández, quien se transformaría en el pilar que la
sostendría, en el último tiempo de sufrimiento.
Ella nuevamente decidió confiar
su secreto, y pasarían horas tratando de reconfortar el alma de Meche que no
experimentaba otra emoción que las ganas de expirar.
Él, teniendo en cuenta los
acontecimientos posteriores, a la última vez que ellas decidieron cortar, pero
previos a la última carta ya conocida, le explicaba que Belén no sentía amor
por ella, aunque era cruel, era obvia realidad.
Porque Meche regresaba, casi sin
cesar a pedir una oportunidad para arreglar la relación, y comenzar de nuevo,
pero Belén no cesaba en aceptar, ella ya no estaba dispuesta a aceptar esa
relación.
Belén pedía tiempo; y a la vez
comenzaba historias con chicos, o a la vez le daba falsas señales a Meche, lo
que era una verdadera tortura para ella.
Al final, Meche se resignó…
Resolvió entonces actuar
fríamente, y así tratar de olvidar a Belén. Viajó lejos, trató de despejar su
mente.
Entonces de nuevo Belén envió una
señal hipócrita: llamó a Mercedes a la ciudad en donde residía, le pidió que
regresara.
La joven Baluarte, ilusionada volvió.
Pero al llegar a su amada, nada parecía haber cambiado. Belén semejaba una
roca, de esas que son azotadas por frescas y fortísimas olas de mar, y aun así
no se mueven, no sienten nada.
La desconcertada Meche no sabía qué
hacer, ahora le pedían nuevamente tiempo, pensaba “¡¿Para qué me hizo
regresar?!”, pero era una pregunta que se ahogaría, como un eco encerrado en
una caja cerrada al vacío.
Era injusto, Alejandro también
sufría al ver que, ahora su mejor amiga,
sufría tan injusto juego, en el cual siempre quedaban heridos los frágiles y
sinceros sentimientos de ella, su querida Meche.
Pero el tiempo cura... nadie
puede olvidar, pero sí, resignarse. Así fue que Meche decidió a pesar de las
cicatrices, olvidarse de las heridas, olvidarse de ese ser que le había quitado
infinitas horas de sueño, y de vida.
Entonces envió la última carta, y
comenzó a vivir en tranquilidad, valorando su persona, recuperando ese orgullo
y dignidad, que había dejado de lado, al regresar siempre, aunque no fueran por
su culpa el alejamiento, y las separaciones. Meche prefirió disfrutar de sus
amigos, y de todo lo bueno que cada día vivía junto a ellos, o junto a su
familia que amaba tanto. La joven procuró no caer, pero falló al principio; era
difícil contener sus ganas de estar con Belén, pero a esta última poco le
importaba lo que Meche deseara.
Ella se hablaban aún después de
la última carta, pero nada volvería a unirlas como al principio. Deberían
seguir sus caminos en busca de la felicidad, pero por rumbos diferentes.
Quizás sería mejor, porque Belén
no se sentiría más, tan ahogada en una relación, que no deseaba sostenerla con
su más profunda fortaleza, y porque Meche no volvería a sentirse tan
traicionada, tan lastimada, y podría comenzar a ser feliz, junto a algún ser
que realmente valorara, todas las cosas que ella ponía en juego, cuando amaba
de verdad.
Primero Meche tendría miedo, y
después amor eterno.
Así fue, así me contaron y cupido
le trajo a Meche después de un golpe certero de gracia el verdadero amor,
muchos años después y con madures y aprendizaje para disfrutar una familia
hermosa que cuidaría y disfrutaría hasta el final de sus respiros.
Escrito a mis 21 años: "Amor y Guerra" Leonel Alvarez Escobar © 2002.
Santa Fe, Argentina.
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